ReArm Europe: La sombra crece y toca defenderse

Seis minutos y medio le bastaron a Ursula von der Leyen el pasado 4 de marzo para anunciar el Plan ReArm Europe. Un tiempo récord para lanzar un mensaje categórico: ha llegado la hora de defenderse.

Europa se ha cansado de redactar estrategias de defensa que nunca se traducen en acción, de plantar árboles en cumbres climáticas y de financiar talleres sobre resiliencia digital. Durante años, ha apostado por la diplomacia y la regulación como su mejor carta, confiando en que la estabilidad era prácticamente inquebrantable. Pero el mundo ha cambiado. Por primera vez, parece dispuesta a pasar a la acción y jugar la partida globalcon algo más que buenas intenciones. ¿Será esta vez de verdad?

¿Por qué ahora?

No todo se resuelve con diplomacia. Europa parece haber entendido que ya no hay espacio para tonos conciliadores frente a las amenazas que la acechan. La democracia es un sistema que vive de la disidencia, de la presión social, de acuerdos y desacuerdos. Pero también de su capacidad de resistir ataques y defenderse. El pasado martes, decidió dar un paso significativo hacia el fortalecimiento de su defensa,impulsada por una combinación de factores geopolíticos y estratégicos que han redefinido el panorama de seguridad del continente. En el centro de esta transformación están la invasión rusa y la guerra en Ucrania, junto con la mutación en la política exterior de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. Esto es, abiertamente, un preludio de un escenario bélico. Y en los tiempos que corren, las víctimas potenciales están llamadas a defenderse. Europa ya no tiene tiempo para análisis sosegados ni declaraciones de buenas intenciones. Lo que importa son las decisiones, las transformaciones, los movimientos concretos. El cambio ha comenzado, y la única pregunta que queda es si será suficiente para encausar los obstáculos. 

La gran encrucijada – déficit estructural en defensa

Europa ya no quiere ser un actor global que apuesta por la persuasión y la cooperación mientras otros juegan con la coerción. Durante décadas, ha confiado en la diplomacia, en las cumbres y en su capacidad de negociación, convencida de que el soft power bastaba para contener las amenazas. Pero el mapa del riesgo ha cambiado y Bruselas lo sabe. Ahora, deja atrás la retórica del consenso y se prepara para algo distinto: defenderse con hechos, no con discursos. Consciente de su talón de Aquiles —un déficit estructural en defensa que la ha dejado expuesta—, la UE avanza hacia una transformación radical. A la espera del inminente Libro Blanco sobre el Futuro de la Defensa Europea, Ursula von der Leyen ha sentado las bases del cambio. ¿La fórmula? Más gasto militar, reglas fiscales suspendidas y una inyección de préstamos para acelerar la adquisición conjunta de capacidades de defensa paneuropeas. La era del pacifismo estratégico toca a su fin.

¿Qué implica ReArm Europe?

Europa se presentó como un proyecto de paz, o al menos esa fue la narrativa dominante. Absortos en sus propios debates, y tal vez demasiado ocupados manejando otros temas, algo estaba cambiando. Ahora, Bruselas levanta la vista y lo que ve no es estabilidad, sino una amenaza brutal. Un mundo en el que el pacifismo estratégico ya no es suficiente y en el que depender de aliados externos se ha convertido en una vulnerabilidad. Esto es una carrera de larga distancia, donde en mitad de un régimen de hostilidad, es imposible disociar la retórica de la acción, la diplomacia del rearme y la paz del poder. Desde una línea veladamente trazada en los discursos oficiales, la UE camina hacia un punto de inflexión. Ya habrá tiempo para evaluar si es demasiado tarde. En la era del ruido mediático, necesitamos diseminar el mensaje de la presidenta de la Comisión Europea para lograr entenderlo. No desde el auge de un escenario catastrófico, sino desde las circunstancias políticas que han convertido la seguridad en el nuevo lenguaje de Bruselas.

¿Puede Europa defenderse sin perder su identidad?

Europa está decidida a enfrentar, con gestos abiertamente disruptivos, la nueva ola de agresiones y amenazas contra sus derechos. Este nuevo proceso no implica reproducir el mismo odio recibido, sino protegerse en justa proporción. Pero para ello, deberá hacer lo impensable: reforzar sus capacidades de defensa, movilizar sus arsenales y asumir que la seguridad es, ahora, parte central de su identidad. El desafío es claro: ¿puede protegerse sin traicionar su esencia pacifista? O parafraseando a Obi-Wan Kenobi, personaje de Star Wars, ¿está condenada a convertirse en aquello que siempre juró destruir? El Plan ReArm Europe, conlleva una disonancia en sí mismo, que abre brechas que no se curarán con pensamiento positivo, sino que requiere matices. Salvo que Europa esté cómoda inaugurando otro nuevo escenario en su ya abultado repertorio de abyecciones. Lo cierto es que, durante décadas, la Unión Europea se ha definido como un proyecto de paz. El Plan ReArm Europe marca un punto de inflexión. No es solo una cuestión de gasto en defensa o de alianzas estratégicas. Es un cambio en la mentalidad europea. La pregunta ya no es si Europa debe defenderse, sino cómo hacerlo sin traicionar su esencia. Reducir este plan en un mero paquete de defensa es limitarse a lo trivial. No es solo un plan de gasto en defensa; es una declaración de intenciones y una dosis ultra concentrada de realidad. Se avecinan tiempos convulsos, donde el verdadero desafío no será solo blindarse ante las amenazas externas, sino definir hasta qué punto Europa está dispuesta a cambiar sin perder su razón de ser.

por 

Minerva Cano Domínguez